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El 20 de marzo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas publicó su
sexto informe de evaluación, que subraya lo que las comunidades de primera línea y lxs científicxs saben desde hace tiempo: la expansión de los combustibles fósiles está acelerando el cambio climático y amenazando el derecho humano al agua en todo el mundo, desde África oriental hasta el oeste de Estados Unidos. 

 

El informe del IPCC se publica pocos días antes del Día Mundial del Agua y de la Conferencia Mundial de la ONU sobre el Agua, resaltando las amenazas a la vida en nuestro planeta y la necesidad de tomar medidas urgentes y significativas.

 

Sriram Madhusoodanan, Director de Estrategia Internacional de Taproot Earth, señala: “El informe del IPCC confirma lo que las primeras líneas llevan décadas diciendo, mientras se superaban huracanes, sequías e inseguridad alimentaria. No hay tiempo que perder: los países deben apoyar una eliminación rápida y equitativa de los combustibles fósiles, rechazar tecnologías peligrosas y no probadas como la captura y secuestro de carbono, y consagrar la gestión comunitaria de nuestra tierra, agua y energía. Esta triple estrategia es esencial para construir un futuro climático en el que las comunidades puedan prosperar. Cualquier otra cosa se queda corta”.

 

Aquí está nuestro análisis completo del último informe del IPCC:

 

Lxs científicxs respaldan lo que las comunidades de primera línea nos han estado diciendo: nos enfrentamos a una aceleración irreparables de los impactos climáticos debido a la continua extracción de combustibles fósiles. Nos unimos a las comunidades de primera línea y decimos: No más. Rechazamos la codicia de los países ricos y de las empresas que anteponen los beneficios a la vida de las personas y exigimos un nuevo camino basado en la justicia y en las experiencias, las voces y el liderazgo de las comunidades de primera línea. 

 

El informe de hoy del IPCC deja claro que los impactos del cambio climático empeoran cada año. La evidencia es ineludible: desde los históricos incendios forestales y tormentas en todo el oeste de Estados Unidos a una sequía de varios años y la crisis alimentaria en el este de África a las graves inundaciones y tormentas que han arrasado muchas comunidades, incluyendo el sur del Golfo y los Apalaches.

 

Sin embargo, durante décadas, los dirigentes de los países ricos con altas emisiones no han tomado las medidas necesarias para evitar los peores efectos del cambio climático: acabar con la dependencia de los combustibles fósiles contaminantes. 

 

La extracción y quema de combustibles fósiles es la principal razón por la que nos acercamos peligrosamente al umbral de 1,5 grados. En lugar de iniciar una transición rápida y justa para abandonar los combustibles fósiles, las principales economías contaminantes como Estados Unidos están dando luz verde a nuevos proyectos de combustibles fósiles. Las recientes decisiones de ampliar las extracciones petrolíferas en el Golfo y de aprobar el proyecto Willow, unidas al bombo publicitario de soluciones tecnológicas como la captura y secuestro de carbono (CAC) y el hidrógeno azul, aceleran la probabilidad de un desastre climático y de injusticias medioambientales. Una y otra vez, son las comunidades negras e indígenas las que se llevan la peor parte del impacto de los proyectos de combustibles fósiles, incluida el agua que se ve comprometida en su origen.

 

Esta semana, la ONU celebrará una conferencia histórica sobre el agua con el objetivo de hacer hincapié en que el acceso al agua potable es un derecho humano. Lo que está en juego no podría ser mayor. Desde Jackson, Mississippi hasta Lagos,Nigeria, los corsarios del agua están socavando este objetivo al seguir explotando el agua con fines lucrativos. Para empeorar las cosas, la industria de los combustibles fósiles contamina nuestras fuentes de agua mediante su uso en procesos industriales intensivos como la fracturación hidráulica, las arenas bituminosas y la energía nuclear, métodos que implican el agotamiento de los recursos de agua dulce. El desastre de las perforaciones petroleras de BP en 2010 y el descarrilamiento más reciente del tren Norfolk Southern en East Palestine, Ohio son ejemplos de cómo la cuenca hidrográfica, los sistemas alimentarios y la salud se ven comprometidos cuando la industria opta por la extracción en lugar del bienestar de las personas.

 

Cuando se producen estos desastres, se socava el derecho humano al agua. En Michigan y Maine, Nestlé extrae agua y la envasa en botellas de plástico cuyos propios insumos son subproductos de operaciones de fracturación de gas que están expoliando los recursos de aguas subterráneas en regiones como los Apalaches. Con demasiada frecuencia, comunidades como Flint, Michigan y Jackson, Maryland se ven obligadas a comprar botellas de agua de plástico, a veces pagándolas de su propio bolsillo. Estas catástrofes se producen en un contexto de creciente privatización del agua y de disminución de la inversión pública en los sistemas públicos de abastecimiento de agua, lo que reduce la asequibilidad del agua, disminuye su calidad y expone a las comunidades al riesgo de futuras catástrofes. Todo ello crea un círculo vicioso de extracción, mercantilización y privatización del agua que, sumado a la aceleración del cambio climático, aumentará la escasez de agua y nos abocará a un futuro climático distópico. 

 

Esto no es aceptable. El informe del IPCC deja claro que debemos avanzar de otra manera. Las comunidades de primera línea, desde el Sur del Golfo hasta el Sur Global, tienen soluciones que se basan en la reparación, la curación y la restauración ecológica. Para hacer realidad estas soluciones debemos:

  • Abandonar de forma rápida y equitativa los combustibles fósiles 
  • Invertir en las comunidades de primera línea, y
  • Promover la gobernanza comunitaria y la gestión de nuestros recursos, empezando por el agua. 

Este es el trabajo para reparar, reimaginar y restaurar nuestra relación con toda la vida en este planeta. Este es el camino para cultivar un mundo en el que todos vivamos, descansemos y prosperemos en los lugares que amamos. Ha llegado el momento de actuar.